Vida en común

              
VIDA EN COMUN

 

 

La mayoría de nosotros hemos crecido creyendo en los cuentos de hadas. Soñábamos con el día en que aparecería nuestro «príncipe azul», nos enamoraríamos y terminaríamos casándonos y siendo felices para siempre. Y ahí, justo donde acaban los cuentos de hadas, empieza la vida en común de la pareja. Nunca llegamos a saber cómo les fue a Cenicienta y a Blancanieves con sus Príncipes. En realidad,  uno no conoce a la otra persona hasta que vive con ella.

Al comenzar la vida en común pueden aparecer los primeros síntomas de desilusión y desencanto y ambos cónyuges vivir con cierta sorpresa el hecho de que en la intimidad cada uno ponga de manifiesto las características mas inmaduras y regresivas de sí mismo. Mientras duró el noviazgo posiblemente la pareja estuvo tan cerca que no podían verse el otro lado, aquella parte oscura y no resuelta de uno mismo, que por cierto existe en todas las personas. Así, comienzan a salir a la luz, en busca de una buena resolución los conflictos internos derivados de la propia familia.

 

La integridad de los lazos familiares debe ser objeto de constante atención, y no han de vulnerarse los derechos de sus integrantes.

‘Abdu’l-Bahá, Promulgación pág.168

 

Muchas personas cuando se enamoran en el fondo esperan que su pareja satisfaga las esperanzas insatisfechas y los anhelos frustrados. De alguna manera se le pide al compañero, se le exige más bien, aquello que no se recibió de los propios padres y de él se espera  inconscientemente que las «repare», ya que se supone que si nos ama ha de saber lo que necesitamos y tiene que satisfacernos en todo momento. Pero realmente ….

 

Cada uno de nosotros es responsable de una sola vida, y es la nuestra.

Shoghi Efendi. Vivir la vida

 

Sucede a menudo en las parejas que, precisamente aquellos cuyos padres no consiguieron resolver satisfactoriamente la dialéctica del matrimonio tienen mayores expectativas hacia su cónyuge y experimentan de forma más dolorosa la sensación de haber sido defraudado o traicionado.

Comprender de qué modo el pasado afecta a nuestras relaciones actuales nos libera y ayuda a aceptar mejor las turbulencias y vaivenes del amor. Clarificar los sentimientos, motivaciones, expectativas y  la dinámica inconsciente de cada uno; aceptar al otro como es y no como nos gustaría que fuera, sin sobrecargarle de los propios miedos y dificultades, y responsabilizarse de las propias necesidades y deseos; todo esto, que no es poco por cierto, forma parte del proceso de convertirse en una pareja sana y funcional.

El superar la crisis de desencanto del principio de la vida en común, el «caer del guindo» y «aterrizar» supone acabar con esas expectativas idealizadas que tenemos sobre el amor, el compañero y la relación de pareja, y da lugar a un amor más maduro y realista. En la práctica el camino para llegar a conseguirlo pasaría por empezar a hablar desde el «yo»: quiero…, necesito…, temo…, anhelo…; expresar las propias confusiones y miedos, comunicar los deseos y fantasías, hacerse responsable de las propias dificultades y carencias, y a la vez, permitir al compañero y darle la oportunidad de que haga lo mismo. A cada uno le corresponde conocerse  o como dice la siguiente cita:

 

…El hombre debe conocer su propio ser y conocer aquello que lleva a la elevación o a la vileza, a la vergüenza o al honor, a la prosperidad o a la pobreza.

Bahá’u’lláh. The Bahá’i World, pág. 167

 

Cuando los recién casados inician la convivencia deben establecer diferentes acuerdos. Tienen que encontrar nuevas maneras de relacionarse con las familias de origen respectivas, los amigos, los aspectos prácticos de la vida en común, etc. En el proceso de elaboración de los acuerdos pueden surgir diferencias, unas veces grandes y otras más pequeñas,  que de forma explícita o sobreentendida han de resolverse. Las decisiones que se toman tienen mucho que ver con lo que cada uno aprendió en su familia de origen, e incluso en ocasiones, pueden verse afectadas por la excesiva ligazón con los padres. De todos es sabido la diferencia que hay entre la idea que se tiene del matrimonio antes de casarse al hecho de pasar por la experiencia real.

Así mismo, la pareja debe elaborar el modo de encarar los desacuerdos, que inevitablemente surgen en la convivencia. Al principio, se tiende a evitar las discusiones y las críticas abiertas para no herir al cónyuge y así romper la armonía. Más adelante, es posible que al estar irritados puedan verse envueltos en una pelea. En algunas parejas hay temas que no acaban de resolverse y van quedando «aparcados», entonces puede suceder que la pelea se inicie por cosas sin importancia,  cuando en el fondo,  el motivo principal de la discusión sea por estas cuestiones a las que no se ha encontrado solución. Así, se va elaborando la manera de resolver los desacuerdos y de clarificar cuestiones. Algunas veces la pareja no encuentra soluciones satisfactorias  para uno de ellos o para ambos y esto trae consigo un cierto malestar. Es en este período, cuando los cónyuges pueden aprender a usar tanto el poder de la imposición como el poder manipulativo de la debilidad y la enfermedad.

 

Sin embargo, en todo grupo, por muy amorosa que sea la consulta, de tiempo en tiempo han de surgir puntos irresolubles de desacuerdo. Por otro lado no caben mayorías allá donde sólo entran a decidir dos partes, como sucede entre esposos…

Carta de la CUJ a la AEN de Nueva Zelanda 28/12/80

 

 

A menudo y de forma alterna se tiene que ceder ante determinadas situaciones y realmente la capacidad de abordar las diferencias estabiliza y mejora la calidad del matrimonio. Las diferencias son, en un principio, lo que nos atrae de la otra persona y posteriormente, en ocasiones, estas mismas  pueden  percibirse como una amenaza a la unidad de la pareja. En el fondo, las diferencias son oportunidades para crecer y  nos enriquecen. Aceptarlas, y al mismo tiempo disfrutar de ellas, implica respeto y valoración de uno mismo y del compañero. El reto del matrimonio es encontrar la manera de resolver nuestras diferencias constructivamente. El equilibrio de poder en la pareja es importante y el quid de la cuestión es encontrar un equilibrio satisfactorio para ambos.

La pareja afrontará con éxito las continuas adaptaciones que implica la convivencia si son capaces de hablar de sus dificultades, si se enfrentan a ellas en lugar de rehuirlas, si se apoyan  mutuamente en vez de recriminarse, si logran hacer pactos satisfactorios para ambos, etc. Si todo esto sucede la relación de pareja será buena y gratificante, de lo contrario habrá continuas quejas, discusiones, reproches y malestar, situación que, a la larga, puede llegar a deteriorar a la pareja.

Seamos realistas y librémonos del mito de la pareja perfecta. Un matrimonio feliz no surge por arte de magia, como en los cuentos de hadas,  y tampoco basta un intercambio de promesas conyugales para crear un estado de amor y satisfacción total. El matrimonio no está exento de fragilidad y en su proceso evolutivo atraviesa diversas crisis, crisis que son más llevaderas si la pareja es flexible, es decir, si consigue adaptarse a las diferentes circunstancias cambiantes. Para formar un buen matrimonio la pareja ha de construir un «nosotros» en el que estén plenamente integrados el «yo» y el «tú».  El objetivo primordial es lograr una relación más profunda y madura.

 

En resumen, la atracción y la armonía de las cosas son la causa de la producción de los frutos y de resultados útiles, en tanto que la repulsión y la falta de armonía entre las cosas son la causa de perturbaciones y de la aniquilación.

‘Abdu’l-Bahá, Bahá’i World Faith, pág. 295

 Maria Ferrer- Psicóloga

TERNURA (del libro: Sexualidad, relaciones y crecimiento espiritual)

pareja1.jpg La ternura es una necesidad humana normal y cada vez se ve más que la sexualidad moderna abarca esta expresión del amor. Si se suprime o está ausente en un individuo y en su relación, el efecto puede ser devastador. En particular, las mujeres suelen expresar más su absoluta necesidad de ternura, y su ausencia en la relación puede ser una razón de divorcio.

Los cuidados, el compartir y preocuparse por el otro, son hábitos cotidianos importantes en una relación e impiden que se agote o marchite, en particular si el materialismo, la rutina, las preocupaciones, las dificultades, las pruebas y las penalidades rodean a los enamorados.

La ternura de corazón es una cualidad que encuentra su expresión en el tono de voz, en la calidez o el cariño; el corazón y el cuerpo de la otra persona son capaces de percibirla. ¡Expresar sentimientos de ternura es una cualidad humana normal! Las madres expresan ternura hacia sus bebés y sus hijos pequeños: cuando lavan y secan a su pequeño con cariño, acarician su suave piel, lo miman, lo sostienen, lo abrazan y lo acunan, ¡todo se percibe como una oleada de ternura procedente de esta gran fuente de bondad que es la madre!

Hoy en día, también los padres pueden expresar cierto cariño y ternura cuando sujetan a su hijo, juegan con él, atienden sus necesidades e intercambian caricias. No ha sido siempre así. Por ejemplo, me contaron que mi bisabuela se negaba a besar a sus hijos, ¡y mantuvo ese principio toda su vida! En el pasado, muchos hombres reprimieron su deseo de ser tiernos con sus hijos, pero se ablandaban cuando nacía su primer nieto, lo mimaban y jugaban a juegos sencillos y tiernos con él. También es posible ver a una persona dura y rígida, que nunca ha demostrado ternura con nadie, enternecerse e inclinarse para hacer mimos a un gato y acariciar su brillante pelambrera negra.

Al observar cómo las madres cuidan de sus pequeños, se observa que suelen dispensar mucha ternura y cariño hacia sus hijos varones, pero son más conscientes de tener que educar bien a sus hijas y, por ello, son más estrictas con ellas; ¡ sin embargo, al parecer las niñas pequeñas y grandes así como muchas mujeres, tienen una gran necesidad de ternura! Me parece como si estuviesen expresando, en sus sentimientos, su cuerpo y su mente, que necesitan esa ternura en la edad adulta porque no tuvieron la bendición de recibirla en su niñez; hay una gran ansia en la mayoría de las mujeres que he conocido.

Esta gran necesidad no satisfecha de recibir una generosa ración de ternura suele reprimirse hasta que la mujer llega a la plena madurez y ha vivido con su cónyuge durante años. Entonces se hace cada vez más presente y, a menudo, el cónyuge se ve abrumado por esta gran necesidad, frecuentemente no muy bien expresada. Además, la mayoría de los hombres no han aprendido a expresar la ternura, aunque parecen haber recibido una gran cantidad de sus amorosas madres; ¡por consiguiente, se sienten muy desconcertados a la hora de afrontar esta extraña y novedosa necesidad de su pareja!

Cuando la sexualidad se inhibe o cesa, y el problema parece encontrarse en la mujer, muy a menudo uno de los problemas subyacentes es la necesidad no satisfecha de la mujer de que haya ternura en la relación.En mi despacho, a menudo explico a ambos miembros de una pareja que las mujeres, al parecer, tienen un mayor deseo de experimentar ternura en sus relaciones.

También les expongo que las mujeres parecen tener en sus cuerpos el ansia de recibir ternura en abrazos amorosos; quieren sentirse sostenidas y protegidas, y notar una ternura perdurable en su pareja. Con mucha frecuencia, estas necesidades son contrarias a la urgencia de acción para la expresión del gran deseo de sus parejas masculinas; así, a menudo las necesidades de la mujer quedan sumergidas por las urgencias más apremiantes de su compañero. Entonces, la mujer vuelve a ceder y a reprimir sus necesidades, pero se deprime y deja de sentir el ansia de expresión corporal en la relación. ¡ Y todo esto confunde a los maridos!

La mayoría de los seres humanos anhelan aprender, pero sólo en su intención y sus palabras, no en hechos, y muchos cónyuges se han vuelto bastante sordos a los deseos de sus parejas, en especial si las consideran extravagantes o creen que plantean cosas incómodas para ellos.

Cuando esto sucede durante meses, años o décadas, la necesidad reprimida de ternura se convierte en una fuerza destructiva en el inconsciente. Conduce a la rebelión, la depresión y la ansiedad, y a menudo a un deseo irresistible de separación para no tener que vivir bajo el mismo techo que su torturador: el compañero con buenas intenciones pero bastante perezoso.Este deseo de separación e incluso divorcio es una terrible consecuencia de una necesidad sencilla, humana y moderna: ¡la ternura!

Dra. Agnes Ghaznavi -Psiquiatra

Amistad – continuación…

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Por otra parte, si las personas siguen en crisis y no son capaces de volver a crear un lazo vital y saludable entre ambas, quiere decir que no han integrado la amistad en su relación. Han compartido muy pocas cosas, viven en mundos diferentes y no han realizado el esfuerzo imprescindible de cultivar lo poco que tenían en común. Ambos han permanecido como «tiranos», es decir, quieren que el otro se una a ellos en sus propios intereses, aficiones o pasiones, pero no han aprendido el arte de adquirir nuevos intereses simplemente por amor a la otra persona y a la relación. A mucha gente le gusta quedarse en su cascarón, como una ostra, temerosos de abrirse y experimentar un mundo diferente.¡Desde luego, dos ostras pueden compartir muy pocas cosas!

La amistad permite al cónyuge valorar el aspecto personal de su compañero o compañera, no sólo su rol social o sexual. Los hombres tienden a valorar en sus mujeres a la buena cocinera, la perfecta ama de casa, y la madre y esposa devota: éstos son los roles sociales. Tradicionalmente, las mujeres han valorado la seguridad, la protección y el prestigio que un hombre les ofrece. ¿Basta con esto en una era en que los roles sociales son cada vez menos claros y ya son muchos los hombres que son buenos cocineros, perfectos amos de casa y padres admirables? Del mismo modo, para una mujer que se gana la vida, recibe elogios por su trabajo o su carrera y tiene suficiente personalidad para mantenerse por sí misma, ¿ le basta con tener un marido que la valore principalmente por lo bien que cuida de la casa? Precisamente en estos tiempos modernos es cuando necesitamos nuevas cualidades y mecanismos de vinculación. La amistad es uno de ellos…¡y es esencial!

Así pues, debe esperarse de un hombre que vea las cualidades personales de su esposa y las valore. Una mujer debe valorar a su compañero por su personalidad (en un sentido positivo) y ser su amiga. Los rasgos del carácter, las cualidades, las habilidades, facultades y potencial humanos, así como ideales, valores y aspiraciones espirituales se convierten en la base de la amistad.

Más allá de la relación matrimonial, la amistad se abrirá por completo a nuevos caminos para hombres y mujeres, en particular si se elimina para siempre el ser celosos y posesivos, siempre y cuando aprendan a valorar las facultades se su cónyuge de formar amistades puras y espirituales con personas de ambos sexos.

«…que se esfuercen con todos sus poderes hasta la confraternidad universal, cercana y afectuosa, y el amor sin impurezas, y las relaciones espirituales, entrelacen a todos los corazones en el mundo…» Abdu’l-Bahá

Dra. Agnes Ghaznaví

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El amor y el matrimonio

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En nuestra civilización mucha gente fracasa en esta tarea de la vida. Una vez, un psicólogo declaró caústicamente que actualmente había dos clases de matrimonios: el matrimonio malo bueno y el matrimonio bueno malo. En el primero, los dos miembros de la pareja se pelean mucho pero siempre terminan por hacer las paces, mientras en el segundo guardan las apariencias externas pero en realidad no tienen nada que decirse. Ya no viven el uno para el otro, sino el uno junto al otro.

Naturalmente, la cosa no es así de simple, pero hay signos que indican que se está produciendo una “batalla de los sexos”. Uno de ellos es el número de divorcios, que aumenta constantemente. En Alemania Occidental, (antes de la reunificación alemana) cada día se rompen doscientos matrimonios, en tanto que en Estados Unidos tiene lugar un divorcio cada minuto. Otro signo es el número de niños que desde su nacimiento tienen un solo padre. Se estima que en Alemania Ocidental había en (1981)alrededor de un millón de niños que son hijos de madres separadas, mientras que en Estados Unidos nacen cada año 350.000 niños en estas condiciones, más del 40% de ellos con madres que tienen entre 15 y 19 años.
Los matrimonios jóvenes en los cuales el marido o los dos miembros tienen menos de 21 años, pueden tomarse como otro síntoma. De estos matrimonios, el 50% se separa antes de los cinco años. Irse a vivir juntos y cambiar de pareja también podrían ser indicios de intentos llevados a cabo por personas desanimadas, de encontrar una solución aceptable a una tarea de la vida que parece demasiado difícil.

¿De dónde provienen estas soluciones no satisfactorias? Como todos los problemas de nuestra época, tienen su origen en la falta de fe. Si una persona no tiene fe en sí misma no puede tener fe en su pareja. Si una persona no tiene fe en los demás o en la comunidad, tampoco puede tener fe en las leyes ni en las instituciones de la comunidad. No obstante, la monogamia representa la mejor solución para la tarea de la vida del amor y el matrimonio, aunque hoy en día éste no sea un punto de vista de le resulte popular a todo el mundo. De tadas maneras, posee la mayor capacidad para satisfacer el anhelo profundo de toda persona, por sentir que él o ella pertenece por completo a otro.
Otro problema contemporáneo, el desconocimiento de la diferencia entre el amor y el sexo, está relacionado con estas otras dificultades. La sexualidad es tan sólo un elemento del amor, un elemento que, como ocurre con otros aspectos del cuerpo humano, tiene su lugar en el plano animal, a pesar de que la sexualidad humana difiere esencialmente de la sexualidad animal. La sexualidad debe estar al servicio del amor y no convertirse en un fin en sí misma, al servicio de sensaciones puramente físicas. El amor auténtico hay que aprenderlo.

Sin valor y sin preocuparse por los demás el amor no es posible. Bahá’u’lláh expresó este punto de vista en su famosa obra -Los siete valles: “El amor es una luz que nunca mora en un corazón poseído por el miedo.” El amor auténticamente completo entre los seres humanos incluye siempre un elemento espiritual. La espiritualidad es la ausencia de egoismo. “El amor es una fuerza que mata la mala hierba más venenosa del corazón humano”, escribió Gotthelf. Solamente una persona espiritual puede entregarse al amor por completo sin perder su identidad.
A diferencia de los matrimonios jóvenes, hay algunas razones que aconsejan un matrimonio temprano,, como por ejemplo la mayor adaptabilidad de la juventud y consiguientemente, el mayor potencial para que los miembros de la pareja crezcan juntos; el vigor de la juventud; la mayor estabilidad social que se logra encauzando la sexualidad en una relación permanente, y el benficio que obtiene el clan familiar, especialmente los abuelos, que viven lo suficiente como para ver crecer a sus nietos. No obstante, la formación profesional, cada vez más prolongada, hace que muchas veces sea difícil casarse pronto. Los matrimonios de este tipo suelen tener las mayores posibilidades de éxito cuando se cumplen las siguientes condiciones:

-Ambos miembros de la pareja deben tener un plan de vida claro en lo que se refiere a su formación y profesiones. Las relaciones con los respectivos padres deben funcionar correctamente para que, por una parte, los padres estén preparados para continuar dando apoyo no sólo emocional sino económico si fuera necesario , y, por otra, los jóvenes sean capaces de aceptar esta ayuda sin sentirse dependientes o humillados por ello.
-Debe haber un cierto orden externo en lo referente al hogar, los muebles, la ropa, etc.
-Ambos miembros de la pareja deben poseer “orden interno”, o sea, fortaleza de carácter, paciencia, capacidad de hacer sacrificios y de aceptar que el otro es otra persona diferenciada, e independencia de las influencias y prejuicios externos.
-Las otras tareas de la vida deben estar resueltas o al menos en vías de estarlo.

El matrimonio no existe, en primer lugar, y principalmente, para colaborar en la solución de los problemas existentes; más bien supone una nueva tarea mutua que solamente puede ser resuelta desde una actitud positiva y desde la fe en uno mismo y en su pareja. Pero hasta el amor se puede utilizar mal. Solamente tenemos que pensar en el llamado amor romántico, que actualmente, por estar sobreestimado, se encuentra en la base de muchas relaciones que con el tiempo llegan a romperse. Muchas veces es simplemente la fantasía de unas personas desalentadas que tienen la esperanza de utilizarlo para escapar de la realidad. Así, el amor puede convertirse en una droga.
El amor romántico no es algo negativo en sí mismo, sino únicamente cuando ninguna otra cosa se considera importante, ya se trate de la razón, el sentido común o las opiniones de los padres. Obtiene su justificación aparente no solamente de grupos que van a la búsqueda del beneficio e intelectualmente empobrecidos que producen películas, programas de televisión, de radio, y publican periódicos y novelas que glorifican el amor romántico, sino también de la literatura seria.

Se puede encontrar un ejemplo de ello en las palabras de Hugo von Hofmannsthal a las que Richard Strauss puso música en la ópera Arabella: “Pero un día tendré delante de mi al hombre adecuado (si es que en este mundo hay uno para mí) me mirará, le miraré, y no habrá dudas ni preguntas…” ¿No es hermoso soñar con un amor romántico tan perfecto? ¿Por qué no íbamos a entregarnos a fantasías de este tipo? Pero cuando despertamos de estas ensoñaciones tenemos que volver a nuestras facultades cognoscitivas modernas. El “hombre adecuado para mí” no existe en este mundo; en su lugar hay cientos de miles de personas del sexo opuesto que nos convendrían si nosotros estuviéramos dispuestos a poner de nuestra parte, a asumir responsabilidades, a adaptarnos de manera positiva, a sacar lo mejor de nuestra pareja, a poner nuestros intereses en sus manos y a darle nuestro apoyo.

“La confianza y el respeto son las dos piedras angulares inseparables del amor, sin las cuales éste no puede existir”, escribió Kleist. La confianza y el respeto sólo pueden conseguirse a través de la igualdad social entre el hombre y la mujer. Actualmente, esa igualdad se da solamente en la teoría o en el papel. En ralidad, todavía tenemos un largo camino por delante, incluso en los países más progresistas a este respecto. Espiritualmente no hay diferencias entre los sexos. “La humanidad es como un pájaro con dos alas: una masculina, la otra femenina. A no ser que ambas alas sean robustas y estén impelidas por una fuerza común, el pájaro no podrá volar hacia el cielo”, comentó ‘Abdu’l-Bahá
Si las personas están en sintonía o no con su pareja es algo que se puede ver en el hecho de si son más conscientes de sus aspectos negativos o de los positivos. Para averiguarlo, tome papel y lápiz y conteste a las cuatro preguntas siguientes, Escriba las respuestas espontaneamente, sin pararse demasiado a pensar.

1)¿Qué aprecio en mi pareja, qué me gusta de él/ella, qué me agrada?
2)¿Qué quejas tengo de él/ella, qué me irrita de él/ella, qué es lo que no me gusta tanto?
3)¿Qué aprecia mi pareja de mí?
4)¿Qué quejas tiene él/ella de mi?

No le pregunte a su pareja las respuestas a las dos últimas preguntas; dé las que usted consideree que son las respuestas. Cuando haya escrito todo lo que se le ocurra, compare los puntos a favor y en contra. Cuéntelos para que vea cuáles son los que predominan. Si predominan los aspectos positivos de su pareja, usted adopta la actitud correcta. Pero si su pareja acaba por tener más puntos negativos, va siendo hora de que adopte una actitud más positiva. En todo caso, usted puede trabajar sobre todos los puntos negativos, especialmente sobre los suyos, por supuesto, con la ayuda de las técnicas de desarrollo personal. Si no entiende en absoluto qué le gusta a su pareja de usted, y quizás no se ha dado a sí mismo ningún punto positivo, es el momento de que utilice estas técnicas para trabajar sobre la confianza en sí mismo.

Erik Blumenthal, psicoterapeuta – El camino hacia la libertad interior

La panacea para los conflictos

La panacea para los conflictos

“La consulta familiar, que recurra a un diálogo completo y franco y esté animada por la certeza de la necesidad de actuar con moderación y equilibrio, puede ser la panacea para los conflictos familiares.” La Casa Universal de Justicia

“Callad los defectos de los demás, rogad por ellos y ayudadles con bondad a corregir sus defectos. Ved siempre el lado bueno y no el malo. Si un hombre tiene diez cualidades buenas y una mala, considerad las diez y olvidad esta única; y si un hombre tiene diez cualidades malas y una buena, considerad ésta y olvidad las diez. Que no nos permitamos decir una mala palabra de otro, aun cuando ese otro fuese nuestro enemigo”. ‘Abdu’l-Bahá, Bahá’u’lláh y la Nueva Era, pág. 105

“Resolved todas las cosas, tanto grandes como pequeñas a través de la consulta. No deis ningún paso importante en vuestros asuntos personales sin haber consultado previamente. Preocupaos los unos por los otros. Ayudaos en los proyectos y planes. Consolaos unos a otros. No permitáis que nadie esté necesitado en todo el país. Uníos hasta que os convirtáis todos y cada uno en los miembros de un solo cuerpo…” ‘Abdu’l-Bahá
“…Los miembros que consultan, deberían comportarse con el máximo de amor, armonía y sinceridad los unos con los otros. El principio de la consulta es uno de los elementos más fundamentales del edificio divino. Incluso en sus asuntos triviales deberían consultar los miembros de la sociedad.” ‘Abdu’l-Bahá

“Los requisitos primordiales para aquellos que se reúnen en consejo son: pureza de intención, espíritu radiante, desprendimiento de todo lo que no sea Dios, atracción a su fragancia divina, humildad y modestia entre sus amados, paciencia y resignación en momentos difíciles y servidumbre ante su exaltado Umbral. Si por la gracia recibieran ayuda para alcanzar estos atributos, la victoria les será conferida desde el Reino invisible de Bahá.” Selección de Escritos de ‘Abdu’l-Bahá

“El Gran Ser dice: El Cielo de la sabiduría divina está iluminado por los dos astros de la consulta y la compasión. Tomad consejo juntos en todos los asuntos, puesto que la consulta es la lámpara de guía que señala el camino y la que otorga comprensión.” Bahá’u’lláh
“…Ningún hombre puede alcanzar su verdadera posición sino a través de su justicia. Ningún poder puede existir sino a través de la unidad. No se puede alcanzar bienestar ni prosperidad sino a través de la consulta.” Bahá’u’lláh

Fortaleciendo la unión matrimonial

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“…No cometáis lo que contamine la límpida corriente del amor o destruya la dulce fragancia de la amistad. ¡Por la rectitud del Señor! Habéis sido creados para mostrar amor el uno por el otro y no perversidad y rencor. No os enorgullezcáis en el amor por vosotros mismos, sino en el amor por vuestros congéneres.” Tablas de Bahá’u’lláh, pág. 161

“Esforzaos entonces, con alma y corazón, por vivir el uno con el otro como dos palomas en el nido, pues ello es estar bendecidos en ambos mundos.” Selección de escritos de Abdu’l-Bahá, pag. 124

“Una lengua amable es el imán del corazón de los hombres. Es el pan del espíritu, reviste de significado las palabras, es fuente de la luz de la sabiduría y el entendimiento.” Pasajes de Escritos de Bahá’u’lláh, pág. 192

“La consulta familiar, que recurra a un diálogo completo y franco y esté animada por la certeza de la necesidad de actuar con moderación y equilibrio, puede ser la panacea para los conflictos familiares. Para que tal consulta sea efectiva, además de franca, moderada y equilibrada debe caracterizarse por el respeto mutuo y la igualdad.” CUJ, La Santidad del matrimonio bahá’í, pág. 25

“Cuando se presenten diferencias, consultad juntos y en secreto, para que otros no aumenten el grano de polvo hasta convertirlo en una montaña. No guardéis en vuestros corazones resentimiento alguno, más bien explicad su naturaleza uno al otro con tanta franqueza y comprensión que desaparezca sin dejar ningún recuerdo.” ‘Abdu’l-Bahá, Tabla del Matrimonio, Oración, meditación y Tablas de Bahá’u’lláh, pág. 76

“La Justicia Divina exige que los derechos de ambos sexos sean igualmente respetados puesto que ninguno de los dos es superior ante los ojos de Dios. La dignidad ante Dios depende, no del sexo, sino de la pureza y luminosidad del corazón.” La sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá, pág. 155

“Todos los miembros de una familia tienen deberes y responsabilidades mutuas, y hacia la familia como un todo, y estos deberes y responsabilidades varían de un miembro a otro debido a sus relaciones naturales. Los padres tienen el deber ineludible de educar a sus hijos, pero no viceversa; los hijos tienen el deber de obedecer a sus padres, los padres no obedecen a los hijos; la madre -no el padre- da a luz a los hijos, los alimenta en la infancia y por ello es la primera educadora… La tarea de criar a un hijo bahá’í… es la principal responsabilidad de la madre, cuyo principal privilegio es, en verdad, crear en su hogar tales condiciones que mejor conduzcan tanto al bienestar y progreso material como espiritual del mismo. La educación que el niño recibe a través de su madre constituye la base más sólida para su desarrollo futuro.” CUJ Vida Familiar, pág. 59

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Preparación para el matrimonio

Para generar un matrimonio con posibilidades de éxito, se requieren unas condiciones de partida que faciliten el desarrollo posterior del mismo.
Las condiciones previas más importantes que establecen las enseñanzas bahá’ís son:
* Comprender adecuadamente el propósito del matrimonio y la importancia del amor y la unidad familiar.
* Desarrollar a nivel personal las cualidades espirituales como el desprendimiento, honestidad, lealtad, castidad, veracidad, responsabilidad y madurez.
* Atracción total a nivel espiritual, intelectual y físico.
* Informarse del carácter y elegir la pareja adecuadamente (teniendo en cuenta los puntos anteriores), y reconocer la importancia del consentimiento de los padres.

DESARROLLAR A NIVEL PERSONAL LAS CUALIDADES ESPIRITUALES

Entre las cualidades espirituales que se nos exhorta a desarrollar para nuestra propia dignidad y felicidad, destacamos algunas de las que tienen una especial implicación en el matrimonio y en el criterio de elección del cónyuge.
“Es el desprendimiento lo que nos permitirá que nos informemos del carácter del otro. Ese desprendimiento preserva nuestra identidad y hace que no nos engañemos y nos ceguemos al juzgar nuestras motivaciones y las motivaciones de los demás. También nos proporciona fuerza, independencia, estabilidad y conocimiento de nosotros mismos.” (Una Fortaleza para el bienestar, pág. 58)

” Sin esas cualidades (honestidad y confiabilidad) no puede existir integridad, y sin integridad no hay base para una relación estable y feliz. Las evidencias de mentira o deshonestidad son una razón suficiente para que nos preguntemos si la persona es madura y está preparada para el matrimonio.” (Una Fortaleza para el bienestar, pág. 60)

“La castidad debe ser practicada estrictamente por ambos sexos, no sólo porque es en sí misma muy recomendable desde el punto de vista ético, sino también porque es el único camino hacia una vida conyugal feliz y exitosa.” (Una Fortaleza para el bienestar, pág. 31)
“El indicio más seguro de madurez en una persona, a la hora de afrontar sus problemas y dificultades, es su disposición a volverse hacia Dios, de orar, de meditar, y luego, de hacer esfuerzos sinceros para superar sus problemas. Estar capacitado para manejar las dificultades de esa manera es un signo convincente de estar preparado para el matrimonio.” (Una Fortaleza para el bienestar, pág. 65)

ATRACCIÓN A NIVEL ESPIRITUAL, INTECTUAL Y FÍSICO

“…Cuando la gente de Bahá desee entrar en la sagrada unión del matrimonio, debe existir entre ambos un vínculo eterno y una relación ideal, una asociación espiritual de pensamientos y conceptos sobre la vida, para que en todos los grados de la existencia continúe eternamente…” (‘Abdu’l-Bahá en Matrimonio y Núcleo familiar)

“La relación matrimonial se basa en el acuerdo mutuo referente a que el punto principal de su unidad, y el centro determinante de su organización y funcionamiento, es la sumisión a la voluntad de Dios. Cuando dos personas están de acuerdo y se someten a los mismos principios, ambos tienen libertad y unidad en sus acciones. Si uno se somete a la voluntad del otro en lugar de someterse ambos a la voluntad de Dios, ninguno es libre, y la unión es hecha por el hombre en lugar de ser espiritual. Esta unión está fuera de contacto con la realidad y puede ser inestable e, inclusive, destructiva”. (Una Fortaleza para el bienestar, pág. 25)

“Cuando la relación, la unión y la concordia entre los dos existen desde el punto de vista físico y espiritual ello constituye la unión verdadera y por lo tanto eterna. Pero si la unión es meramente desde el punto de vista físico, sin lugar a dudas es temporal…” (Una Fortaleza para el bienestar, pág. 120)

“La institución del matrimonio, tal como Bahá’u’lláh la estableciera, al mismo tiempo que le da la debida importancia al aspecto físico de la unión marital, lo considera como subordinado a los propósitos y funciones morales y espirituales con las cuales ha sido investida por una amorosa y omnisapiente Providencia.” Shoghi Effendi, Vida familiar, pág. 35

LA ELECCIÓN DE LA PAREJA Y EL CONSENTIMIENTO DE LOS PADRES

“Primero debes elegir a alguien que te agrade y luego el asunto está sujeto al consentimiento de padre y madre. Antes de tu elección ellos no tienen ningún derecho a interferir”. (Selección de escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 119)

“…Esta gran ley (sobre el consentimiento de los padres) Él la ha dado para fortalecer el tejido social, para tejer lazos más íntimos en el hogar, para colocar un cierto agradecimiento y respeto en los corazones de los hijos para aquellos a quienes les dieron la vida y enviaron sus almas en el viaje eterno hacia su Creador.” (Shoghi Effendi, El matrimonio bahá’í, pág. 10

“Cuando los padres son bahá’ís deberían, por supuesto, actuar en forma objetiva al desaprobar o aprobar el matrimonio. Ellos no pueden evitar su responsabilidad solamente por consentir al deseo de su hijo, ni deberían dejarse influenciar por prejuicios; en todo caso, sean bahá’ís o no bahá’ís, la decisión de los padres es obligatoria, no importa la razón que pueda haberla motivado”. (CUJ, El matrimonio bahá’í, pág. 10)